Típicos de Ayacucho, estos retablos de madera pintada suelen estar compuestos por motivos florales rojos y azules, con diferentes escenas en su interior (figuras de papel maché o pasta de patata barnizada): representan actividades cotidianas, en la ciudad o en el campo, o escenas de nacimiento. Originalmente, sólo eran religiosos, ya que fueron transmitidos por los jesuitas para enseñar la religión cristiana. Hoy en día, los ayacuchanos se han apropiado de ellos y los han rebautizado "cajones de San Marcos".