Situado a una altitud de 3.700 metros, este puente colgante está hecho enteramente de materiales vegetales. Un puente inca de 28 metros de largo que permitía cruzar el río Apurímac, era restaurado cada 2 años, restauración enmarcada en un ritual queshua. Esta tradición permanece y es posible cruzarla así como asistir a la ceremonia de restauración cuando se lleva a cabo.