El puente de Queswachaca que se construye cada año en Cusco.

Es uno de los últimos puentes de la tradición Inca en los Andes peruanos. Originalmente, el Imperio Inca necesitaba consolidar las rutas de comunicación entre las diferentes regiones. Sin embargo, debido a los paisajes escarpados y a los numerosos desastres naturales (inundaciones, terremotos, deslizamientos de tierra, etc.) el mantenimiento de las grandes obras era bastante complicado. Se llegó a la conclusión de que la solución más adecuada sería disponer de un puente que pudiera desplegarse y retirarse a voluntad, utilizando materiales locales disponibles rápidamente y en grandes cantidades.


Con hierbas secas llamadas "ichu", aplastadas y luego empapadas y trenzadas en cuerdas cada vez más gruesas, obtenemos cuerdas grandes y muy fuertes. Luego, estas cuerdas, dispuestas, trenzadas y atadas juntas, se convierten en un puente de cuerda que los hombres colgarán a ambos lados del precipicio. Es un trabajo colectivo que requiere tiempo, organización y colaboración. Se acompaña de danzas y rituales mágicos tradicionales, con el fin de pedir permiso a los Apus para construir esta ruta de comunicación con total seguridad. Al final de la obra, cuando se inaugura el puente, hay explosiones de alegría, música, bailes y alcohol durante todo un día.


Más de 1.000 agricultores locales participan en la construcción del puente de Queswachaca cada año en junio. Se trata de un puente colgante de unos 33 m sobre el río Apurímac, a unos 100 km de la ciudad de Cusco. Y todos los años, durante la temporada de lluvias, se retira, de acuerdo con el uso estratégico que los Incas tenían de ella, y que continúa hasta hoy. 


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