La salud en el Perú
Lo que caracteriza el acceso a la atención de la salud de los peruanos es la profunda desigualdad que existe. Como en muchas otras áreas, la división urbana/rural y costera/rural en el Perú es flagrante. En términos de cifras, la esperanza de vida oscila entre un promedio de 61 años en Huancavelica (una de las regiones más pobres del país, situada en los Andes) y 79 años en la ciudad de Lima. Asimismo, la mortalidad infantil aumenta de menos del 20 por mil en la capital a más del 80 por mil en algunas provincias. La desnutrición crónica es un problema grave en las zonas rurales, que afecta a casi el 50% de los niños menores de cinco años. Un problema fundamental en las zonas remotas del Perú es la salud ambiental y la falta de acceso, por ejemplo, al agua potable y al tratamiento de aguas residuales: en las regiones andinas, hasta el 50% de las comunidades no están conectadas a estos servicios básicos de higiene. Este problema también se encuentra en muchos barrios "jóvenes" de las grandes ciudades como Lima, donde las especies de tugurios y la urbanización descontrolada son completamente olvidadas por el Estado. Las desigualdades son sorprendentes.
Al igual que en Bolivia, una de las barreras para acceder a la medicina "oficial" es el abismo cultural que existe entre el médico de bata blanca y el paciente que vive en el campo. En primer lugar, este último sólo habla quechua, lo que limita enormemente la calidad del servicio médico ofrecido. En segundo lugar, tiene una concepción diferente de la higiene y la medicina. La interculturalidad es un tema de debate y reforma en curso para el Ministerio de Salud. Por ejemplo, en los Andes se acostumbra a conservar como un tesoro la placenta de una mujer que acaba de dar a luz, porque se le otorga un número impresionante de virtudes. Sin embargo, a menudo el médico se negaba a devolver la placenta a la mujer, por razones de higiene, incomprensión o simplemente para imponer la superioridad de sus conocimientos ("debemos poner fin a estas ridículas supersticiones").
Además, la salud sexual es un tema de gran preocupación en el Perú. La tasa de mortalidad en el parto es una de las más altas del continente, según un informe de Amnistía Internacional. Como el aborto es ilegal, excepto en los casos en que la vida de la madre está en peligro, los abortos clandestinos suelen costar la vida de muchas jóvenes. Sin embargo, en ausencia de una educación sexual adecuada (educación excesivamente religiosa y/o aislamiento geográfico que genera una desinformación preocupante), la única solución es el aborto clandestino, o bien llevar el embarazo adolescente a término. Estas niñas-madres entran entonces en un círculo vicioso de pobreza (tienen que trabajar y cuidar de un bebé a los 15 años) donde el acceso a la atención de la salud es aún más limitado, tanto para ella como para su hijo.
El acceso a la cobertura de la seguridad social se está ampliando rápidamente. Desde la creación del SIS (Seguro Integral de Salud, en francés Assurance Maladie Intégrale), un número cada vez mayor de personas tiene acceso gratuito a los servicios médicos básicos, con el único requisito de presentar un documento de identidad. El otro establecimiento público relativamente accesible es Essalud, al que está automáticamente afiliada toda persona empleada por contrato. Si bien esto no resuelve los problemas de disponibilidad de personal y equipo (especialmente en el campo), que el trabajo ilegal (sin contrato) limita su uso y que en gran medida no cubre todos los aspectos de la salud de los peruanos, estos establecimientos de seguridad social y de atención al público son, sin embargo, un importante avance.